La Natividad de la Virgen María



¡Feliz cumpleaños María!

8 de septiembre. Natividad de la Santísima Virgen.

LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

La Virgen María fue la Madre de Jesús y, con este hecho, se cumplieron las Escrituras y todo lo dicho por los profetas. Dios escogió a esta mujer para ser la Madre de su Hijo. Con ella se aproximó la hora de la salvación. Por esta razón la Iglesia celebra esta fiesta con alabanzas y acciones de gracias.
Un poco de historia

El nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin pecado original. María, la elegida para ser Madre de Dios, era pura, santa, con todas las gracias más preciosas. Tenía la gracia santificante, desde su concepción.

Después del pecado original de Adán y Eva, Dios había prometido enviar al mundo a otra mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Al nacer la Virgen María comenzó a cumplirse la promesa.
La vida de la Virgen María nos enseña a alabar a Dios por las gracias que le otorgó y por las bendiciones que por Ella derramó sobre el mundo. Podemos encomendar nuestras necesidades a Ella.

La fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María se comenzó a celebrar oficialmente con el Papa San Sergio (687-701 d.C.) al establecer que se celebraran en Roma cuaro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación.
Se desconoce el lugar donde nació la Virgen María. Algunos dicen que nació en Nazaret, pero otros opinan que nació en Jerusalén, en el barrio vecino a la piscina de Betesda. Ahí, ahora, hay una cripta en la iglesia de Santa Ana que se venera como el lugar en el que nació la Madre de Dios.

Algo que no debes olvidar

María vino al mundo sin pecado original y con la gracia santificante.
La Virgen María fue escogida para ser la Madre de Dios.
La Virgen María fue pura y santa.
Al nacer la Virgen María se cumplió la promesa de Dios de que mandaría al mundo a una mujer de la que nacería el Salvador para liberarnos del pecado.

La Asunción de la Virgen

Dogmas sobre la Virgen María

La Iglesia enseña los siguientes dogmas acerca de la Virgen:

 LA MATERNIDAD DIVINA

 LA INMACULADA CONCEPCION

 LA PERPETUA VIRGINIDAD

 LA ASUNCION A LOS CIELOS

DEBEMOS CREER ESTOS DOGMAS DE FE?

Si, debemos creerlos plenamente. Si alguno se atreviera a negarlos o dudar de ellos conscientemente, cometería un pecado mortal.

Virgen del Carmen

El próximo sábado 16 de julio celebraremos la memoria de Nuestra Señora del Carmen, tan querida a la piedad del pueblo cristiano en todo el mundo, y vinculada de modo especial a la vida de la gran familia religiosa carmelita.


En la historia de la piedad mariana aparece la devoción a diversos escapularios, entre los que destaca el Escapulario de la Virgen del Carmen. Su difusión es verdaderamente universal y sin duda se le aplican las palabras conciliares sobre las prácticas y ejercicios de piedad recomendados a lo largo de los siglos por el Magisterio.

El Escapulario del Carmen es una forma reducida del hábito religioso de la Orden de Hermanos de la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo: se ha convertido en una devoción muy extendida e incluso más allá de la vinculación a la vida y espiritualidad de la familia carmelitana, el Escapulario conserva una especie de sintonía con la misma.

El Escapulario del Carmen es un signo exterior de la relación especial, filial y confiada, que se establece entre la Virgen, Reina y Madre del Carmelo, y los devotos que se confían a Ella con total entrega y recurren con toda confianza a su intercesión maternal; recuerda la primacía de la vida espiritual y la necesidad de la oración.

El Escapulario se impone con un rito particular de la Iglesia, en el que se declara que "recuerda el propósito bautismal de revestirse de Cristo, con la ayuda de la Virgen Madre, solícita de nuestra conformación con el Verbo hecho hombre, para alabanza de la Trinidad, para que llevando el vestido nupcial, lleguemos a la patria del Cielo".

La imposición del Escapulario del Carmen, como la de otros escapularios, "se debe reconducir a la seriedad de sus orígenes: no debe ser un acto más o menos improvisado, sino el momento final de una cuidadosa preparación, en la que el fiel se hace consciente de la naturaleza y de los objetivos de la asociación a la que se adhiere y de los compromisos de vida que asume".
ACTO DE CONSAGRACIÓN A JESÚS POR MEDIO DE MARÍA

San Luis María Grignion de Morfort


Oh Sabiduría Eterna Encarnada, Oh Amabilísimo y Adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo Único del Padre Eterno y de María siempre Virgen.

Te adoro profundamente en el seno y esplendor de Tu Padre en la eternidad y en el seno virginal de María Tu Dignísima Madre, en el momento de Tu Encarnación.

Te doy gracias por haberte anonadado, tomando forma de esclavo, para librarme de la cruel esclavitud del demonio. Te alabo y glorifico porque has querido someterte a María, Tu Santísima Madre, en todas las cosas, para hacerme por medio de Ella, Tu fiel hijo.

Pero ingratamente no he guardado los votos y promesas que tan solemnemente hice en mi Bautismo; no he cumplido mis obligaciones; no merezco ser llamado hijo tuyo ni tu esclavo; como no hay nada en mí que no merezca repulsa y cólera, no me atrevo por mí mismo a acercarme a tu Santísima y Soberana Majestad.

Por eso, recurro a la intercesión y a la Misericordia de Tu Santísima Madre, que me has dado por Mediadora; por Ella espero obtener la contrición y el perdón de mis pecados, la adquisición y la conservación de la sabiduría.

Te saludo, María Inmaculada, Tabernáculo vivo de la Divinidad, en el que la Sabiduría Eterna oculta quiere ser adorada por los ángeles y por los hombres.

Te saludo, Reina del Cielo y de la tierra, a cuyo imperio todo está sometido, todo lo que está debajo de Dios.

Te saludo, Refugio seguro de los pecadores, cuya Misericordia no ha faltado jamás a nadie.

Escucha los deseos que tengo de la Divina Sabiduría, y recibe los votos y ofrendas que presenta mi bajeza.

Yo pecador renuevo y ratifico hoy en vuestras manos las promesas de mi Bautismo.

Renuncio para siempre a las seducciones de satanás y a sus obras, y me entrego por entero a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, para llevar mi cruz en su seguimiento todos los días de mi vida, para que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora.

Te elijo, María, en presencia de la corte celestial por mi Madre y Reina. Entrego y consagro con toda sumisión y amor, mi cuerpo, mi alma, mis bienes interiores y exteriores, el valor mismo de mis buenas obras, pasadas, presentes y futuras, dejándote el pleno derecho de disponer de ellas, de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, según tu beneplácito, a la mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad.

Recibe, Dulce Virgen María, esta ofrenda de mi esclavitud de amor, en honor y unión de la sumisión que la Sabiduría Eterna quiso tener con Tu maternidad; en vasallaje del poder que tenéis los Dos Corazones sobre este miserable pecador, y en acción de gracias por los privilegios con que te ha favorecido la Santísima Trinidad.

Proclamo que en adelante quiero, como verdadero hijo, buscar Tu honra y obedecerte en todo.

Madre Admirable, preséntame a Tu querido Hijo en calidad de esclavo eterno para que, rescatado por Tí, me reciba también por Tí.

Madre de Misericordia, dame la gracia de conseguir la verdadera Sabiduría de Dios y de estar en el número de los que amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como verdaderos hijos.

Virgen fiel, hazme en todo un discípulo tan perfecto, imitador y esclavo de la Sabiduría Encarnada, Jesucristo, Hijo tuyo que llegue, por Tu intercesión y a Tu ejemplo, a la plenitud de su edad sobre la tierra y de su gloria en el Cielo. Amén

Fuente: El Camino de María

Virgen de Lourdes

Oración a Nuestra Señora de Lourdes

¡Ave María, Mujer humilde,bendecida por el Altísimo !Virgen de la esperanza, profecía de tiempos nuevos,nosotros nos unimos a tu cántico de alabanzapara celebrar las misericordias del Señor,para anunciar la venida del Reinoy la plena liberación del hombre.
¡Ave María, humilde Sierva del Señor,Gloriosa Madre de Cristo !Virgen fiel, Morada Santa del Verbo,enséñanos a perseverar en la escucha de la Palabra,a ser dóciles a la Voz del Espíritu Santo,atentos a sus llamados en la intimidad de la concienciay a sus manifestaciones en los acontecimientos de la historia.
¡Ave María, Mujer del dolor,Madre de los vivientes !Virgen Esposa ante la Cruz, Eva nueva,Sed nuestra guía por los caminos del mundo,enséñanos a vivir y a difundir el Amor de Cristo,a detenernos contigo ante las innumerables crucesen las que tu Hijo aún está crucificado.
¡Ave María, Mujer de la fe,primera entre los discípulos !Virgen Madre de la Iglesia, ayúdanos a dar siemprerazón de la esperanza que habita en nosotros,confiando en la bondad del hombre y en el Amor del Padre.Enséñanos a construir el mundo desde adentro:en la profundidad del silencio y de la oración,en la alegría del amor fraterno,en la fecundidad insustituible de la Cruz.
Santa María, Madre de los creyentes,Nuestra Señora de Lourdes,ruega por nosotros.

Oración en el Santuario de Lourdes el 14 de agosto de 2004.

EL SANTO ROSARIO

ROSARIUM VIRGINIS MARIAE
Me dirijo en particular a vosotros, queridos Hermanos en el Episcopado, sacerdotes y diáconos, y a vosotros, agentes pastorales en los diversos ministerios, para que, teniendo la experiencia personal de la belleza del Rosario, os convirtáis en sus diligentes promotores.
Confío también en vosotros, teólogos, para que, realizando una reflexión a la vez rigurosa y sabia, basada en la Palabra de Dios y sensible a la vivencia del pueblo cristiano, ayudéis a descubrir los fundamentos bíblicos, las riquezas espirituales y la validez pastoral de esta oración tradicional.
Cuento con vosotros, consagrados y consagradas, llamados de manera particular a contemplar el rostro de Cristo siguiendo el ejemplo de María.
Pienso en todos vosotros, hermanos y hermanas de toda condición, en vosotras, familias cristianas, en vosotros, enfermos y ancianos, en vosotros, jóvenes: tomad con confianza entre las manos el rosario, descubriéndolo de nuevo a la luz de la Escritura, en armonía con la Liturgia y en el contexto de la vida cotidiana.

¡Qué este llamamiento mío no sea en balde! Al inicio del vigésimo quinto año de Pontificado, pongo esta Carta apostólica en las manos de la Virgen María, postrándome espiritualmente ante su imagen en su espléndido Santuario edificado por el Beato Bartolomé Longo, apóstol del Rosario. Hago mías con gusto las palabras conmovedoras con las que él termina la célebre Súplica a la Reina del Santo Rosario: «Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios, vínculo de amor que nos une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos del infierno, puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás. Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para ti el último beso de la vida que se apaga. Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre, oh Reina del Rosario de Pompeya, oh Madre nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo».

Vaticano, 16 octubre del año 2002, inicio del vigésimo quinto de mi Pontificado.
JUAN PABLO II